estaba sentada en un palco como tirada en el mundo, así en la segunda fila, hacia la izquierda de quien entra al teatro para oir al expositor de frente y con la cabeza en alto. Frontales en mi dirección , (hacia el primer palco) había dos compañeros entrañables que desconociéndose de mí, miraban con caras de preocupación.
en los palcos bajos demonios de traje y corbata muy bien vistos a imagen y semejanza de abogados, observaban el escenario y por la cazuelas podrían verse los patriotas, como en el abismo de distancia ideológico.
se acercó hasta el estrado la mujer más maravillosa del mundo, ésa que ovacionamos hasta encarnecer nuestras palmas e hizo que celebremos la difonía que acogen los nuevos derechos que históricamente le fueron negados a las masas bárbaras y populares en su espectacularidad vulnerable.
por primera vez caminaba a paso lento y cansado, una vez más, lucía el negro fúnebre que tan mal le queda cuando nosotros la adoramos comprendiendo que su útero nos acogió a la mayoría de los argentinos. su tristeza acongojaba al mundo, era infinita como las pampas que curan el alma a kilómetros de distancia. Fue, tal vez, por eso que me precipité a su encuentro desde el pasillo de mi cazuela hasta el palco principal donde empezaría su discurso, y entre libros y fotocopias, rescaté un libro artístico, como presagio: "el hombre y su experiencia" de Juan Dewey, quien en su afán de ser marxista, se convertía en la alfombra roja del conservadurismo capitalista.
ella comenzó a tartamudear y los mediocres no pudieron sino mofarse de su propia estupidez reflejada en un inconveniente situacional. Por primera vez, se desmoronó su firmeza y rompió en un llanto mesurado y sufriente, inapaciguable por su carácter profundo. Laceró mi alma, logrando un profundo abrazo leal, ya no podía contenerme. Sentía que mi deber era abalanzarme contra esos payasos y rasguñarlos, herirlos, lastimarlos aunque jalen mis cabellos y mi ADeeNe manche el piso sucio que soportaron sus asquerosas patas. Pero una vez mas, el abrazo del amor me instó a comprender que no lograría nada respondiendo como ellos, dándoles el gusto de transformarme en violencia, en ser ellos por un minuto, no se lo merecían; mi alma tampoco.
sin despedirnos, nos encaminamos hacia un supermercado gigante a dar vueltas entre las góndolas impuras y frívolas que sólo atenderían sus propios intereses, que ya no fijarían sus precios para cuidar al trabajador infortunado ni a su bolsillo o a sus cinco pesos para los caramelitos que afectuosamente solía regalarle a su pequeñín.
de esta manera, dimos un giro y sus átomos se desarmaron: ella desapareció, y yo quedé sola entre una economía cruenta y ajena a mi necesidad de justicia social. Ya no tenía nada que hacer allí. Salí por la puerta del supermercado y salvando tiempo y espacio me hallé caminando por la vereda de la casa de mi tía. La casa de mi abuela está conectada a esta última mediante una escalera al fondo, fue construida por mis bisabuelos obreros y pobres, quienes también dignos y capaces, construyeron el futuro que permitió descansar mi sed de lecturas en la carrera de filosofía en la Universidad Nacional de La Plata.
seguí este camino y derivé en mi queridísima unidad básica, a la que alguna vez llegué proclamándome radical (ese partido actualmente inexistente y sin principios que supo ser el primero popular y argentino). como despertando de mis ensueños, sentí el peronismo maldito correr por mis venas, condenando a la burguesía putrefacta que enfermaba todos los logros de mi prometedor país. La bandera celeste y blanca de San Martín, la estrella federal de las montoneras y en el centro un PV, insinuándonos a ser continuidad de una militancia comprometida con el patriotismo: me recibió. En la puerta estaba Matías, mi querido compañero, tal vez el más comprometido con la causa, el que cuando más dificultades personales tuvo, más abrazó a los chicos del barrio, fue primero en intentar educarse cuando programábamos formación política (siendo él nuestro principal ejemplo a seguir). Esta vez, en la puerta estaba despidiendo alumnos del FINES, habiendo dictado una clase de filosofía que entendí, me pertenecía. Con estupor le pregunté por qué no me había avisado el comienzo de clases, siendo él encargado en logística, ya que imaginaba su comienzo el dia siguiente. Pero sin que pueda responderme, apareció la bestia. Cronos descuartizó a mi compañero, diciendo: "Estos son sus juegos ¿no? esta es su política. ¿cuánto pueden soportar?"
Desmenuzó su cuerpo y me miró. Sabiéndome la próxima en el fatal destino, corrí hacia el entramado tejado de la casa de mi abuela, susurré la palabra 'puente' y éste apareció permitiéndome cruzar hacia el otro lado, desapareciendo tras mis pasos. crucé las escaleras, en un círculo trágico retornaba al mismo sitio: ví que matias se resconstituía mientras mi carne se deshacía a mordiscones, lo ví correr y de nuevo se constituyó mi cuerpo. El ser se abalanzó sobre mí nuevamente, retorné mi huida, quise salvar a Matías, le arrojé a Saturno una bolsa que culminó en su atropello, se estrelló contra el piso mientras yo volvia a construir puentes circulares huyendo. Me escondí, Matías huyó.El infortunio temina cuando , angustiada, miré el techo: mi sueño había terminado.
hoy, más tarde, mi país quedará acéfalo, y sólo los hijos de Saturno sobrevivirán, deshumanizados, en pedazos, volveremos a los noventa.
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"Ustedes nos dijeron que matásemos a los aristócratas, porque eran lobos. Lo hicimos, los colgamos de la farola. Nos dijeron que (el señor) Veto (Louis XVI) se comía nuestro pan, y lo matamos. Ustedes nos dijeron que los girondinos nos hacían pasar hambre, y los guillotinamos. Pero ustedes han despojado a todos los muertos. Nosotros, en cambio, continuamos descalzos, como en el pasado. Queremos arrancarles la piel de los muslos para hacernos calzones; queremos sacarles la grasa para que nuestra sopa tenga mejor sabor. ¡Muerte a todo aquel que no tenga huecos en su ropa! ¡Muerte a todos los que saben leer y escribir! ¡Muerte! ¡Muerte! ¡Muerte a quien emigra! Miren, ahí va un aristócrata: tiene un pañuelo. ¡A la guillotina!" |